nuestras experiencias

puede que sean diferentes,

pero por algo nuestros caminos

se han cruzado.

te cuento mi historia...

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puede que sean diferentes,

pero por algo nuestros

caminos se han cruzado.

te cuento mi historia...

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pueden ser diferentes,

pero por algo nuestros

caminos se han cruzado.

te cuento mi historia...

Cuando el momento perfecto no llega, hazlo imperfecto. Cuando el momento perfecto no llega, hazlo imperfecto. Cuando el momento perfecto no llega, hazlo imperfecto. Cuando el momento perfecto no llega, hazlo imperfecto.
Cuando el momento perfecto no llega, hazlo imperfecto. Cuando el momento perfecto no llega, hazlo imperfecto. Cuando el momento perfecto no llega, hazlo imperfecto. Cuando el momento perfecto no llega, hazlo imperfecto.

En 2011 tenía clara mi decisión de emprender. Sabía exactamente lo que quería hacer y cómo lograrlo.

Decidí importar extensiones de cabello a España en el momento perfecto, cuando apenas había competencia en el mercado. Era una oportunidad única, el bombazo que no podía dejar escapar, y sabía que tenía que actuar rápido si quería triunfar.

Aunque tenía claro que quería construir algo propio, no contaba con un plan bien definido, mucho menos a largo plazo. Dejé que muchas cosas sucedieran de forma espontánea a medida que mi negocio crecía, y, desafortunadamente, también ignoré algunas de las responsabilidades económicas que venían con el éxito.

Años después, la competencia llegó con fuerza, ofreciendo precios tan bajos que no pude permitirme mantener el negocio a flote. Con tristeza, pero también con la determinación de reinventarme, decidí dar un giro y adentrarme en el mundo corporativo, uniéndome al equipo de marketing y comunicación de Nespresso.

Aunque disfrutaba de mis tareas y me sentía cómoda en mi puesto, nunca lograba sentirme plenamente realizada. Siempre había una sensación latente de que algo me faltaba, como si nunca pudiera encajar del todo. Con el tiempo, comprendí que ese mundo no era para mí.

"sabía exactamente lo que quería hacer y cómo lograrlo."

En 2011 tenía clara mi decisión de emprender. Sabía exactamente lo que quería hacer y cómo lograrlo.

Decidí importar extensiones de cabello a España en el momento perfecto, cuando apenas había competencia en el mercado. Era una oportunidad única, el bombazo que no podía dejar escapar, y sabía que tenía que actuar rápido si quería triunfar.

Aunque tenía claro que quería construir algo propio, no contaba con un plan bien definido, mucho menos a largo plazo. Dejé que muchas cosas sucedieran de forma espontánea a medida que mi negocio crecía, y, desafortunadamente, también ignoré algunas de las responsabilidades económicas que venían con el éxito.

Años después, la competencia llegó con fuerza, ofreciendo precios tan bajos que no pude permitirme mantener el negocio a flote. Con tristeza, pero también con la determinación de reinventarme, decidí dar un giro y adentrarme en el mundo corporativo, uniéndome al equipo de marketing y comunicación de Nespresso.

Aunque disfrutaba de mis tareas y me sentía cómoda en mi puesto, nunca lograba sentirme plenamente realizada. Siempre había una sensación latente de que algo me faltaba, como si nunca pudiera encajar del todo. Con el tiempo, comprendí que ese mundo no era para mí.

Una locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes. Una locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes. Una locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes. Una locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes.
Una locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes. Una locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes. Una locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes. Una locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes.

"me endeudé, creyendo que lo que me faltaba era dinero, cuando en realidad era tiempo."

Durante los siguientes años, inicié cuatro emprendimientos diferentes, todos en sectores variados y con ideas que parecían prometedoras. Desde una tienda online de cosméticos hasta un negocio de servicios de publicidad.

Pero mi entusiasmo me traicionó: en lugar de investigar mi mercado, entender las necesidades de mis clientes o planificar adecuadamente, simplemente creaba y lanzaba.

A causa del estrés y de la rapidez con la que actuaba (que ahora no entiendo, pues no había motivo para tanta prisa), me endeudé, creyendo que lo que me faltaba era dinero, cuando en realidad era tiempo. Primero fueron los bancos, y luego familiares que confiaban en mí. Los primeros fracasos no me detuvieron; al contrario, pensaba que con más dinero y esfuerzo lo lograría. Pero la realidad era otra. Solo dos de esos cuatro emprendimientos funcionaron, y ninguno con la solidez suficiente para pagar las deudas acumuladas.

Cuando llegó la pandemia del COVID-19, todo se complicó aún más. Perdí clientes, cerraron negocios, y me encontré en una situación difícil. Fue entonces cuando me tuve que enfrentar a decisiones drásticas: acepté trabajos como azafata, camarera y recepcionista. No era lo que soñaba, pero necesitaba ganar tiempo, estabilizarme y, sobre todo, crear un plan para poco a poco liberarme de las deudas.

A veces se gana, a veces se cae, pero en cada caída se aprende y se renace con más sabiduría.

Fueron varios años de lucha constante para salir de ese pozo financiero y emocional. Trabajaba largas jornadas mientras ahorraba y pensaba en cómo volver a emprender.

Pero las cosas parecían complicarse aún más. No solo enfrenté un embargo que me destrozó emocionalmente, sino que, apenas tres meses después, sufrí un accidente que marcó un punto de inflexión en mi vida. Todo parecía venirse abajo, menos mi audacia.

Hubo momentos en los que sentí que no podía más, especialmente cuando el accidente me dejó en una silla de ruedas durante una temporada. Sin embargo, ni siquiera eso logró detenerme.

Me aferré a mi determinación, encontré fuerza en medio del caos y, paso a paso, fui reconstruyendo mi vida. Hoy, no solo estoy en pie, sino que utilizo mi experiencia para ayudar a otros a superar sus propios desafíos.

Después de lo sucedido, aprendí lo que de verdad importa: no se trata de trabajar más, ni de invertir más, sino de simplificar para amplificar. Hoy, me dedico a un único negocio, y aunque no es perfecto, sé que está construido sobre una base sólida y funciona.

Si algo he aprendido es que el camino del emprendimiento es largo, a veces cruel, pero siempre lleno de lecciones. Y aunque caí muchas veces, cada fracaso me empujó a ser más resiliente, a mejorar, y a no darme por vencida.

"no se trata de trabajar más, ni de invertir más, sino de simplificar para amplificar."

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